Charlotte Perkins Gilman: Un obstáculo

Este poema de la prestigiosa escritora feminista Charlotte Perkins Gilman (1860-1935) recoge la esencia de ese obstáculo invisible que constriñe el desarrollo de la subjetividad femenina, ese peso cultural que ha arrastrado la mujer en forma de expectativas sociales y prejuicios a lo largo de una historia de confinamiento en el ámbito privado familiar. Esta carga aprisiona el horizonte vital de la mujer y provoca un conflicto interior de difícil resolución entre la realización profesional fuera del ámbito doméstico y la adecuación al rol de amante madre y esposa impuesto por la sociedad. Su lectura reconforta aun hoy en día y nos recuerda que debemos tener el coraje de caminar como si ese obstáculo no existiera y atravesarlo de lleno para poder superarlo.



Un Obstáculo


Estaba subiendo por un camino de montaña,
con muchas cosas que hacer,
algunos asuntos importantes propios,
y algunos de otros también,
cuando me encontré con un Prejuicio
que me cortó la vista. 

Mi trabajo era tal que no podía esperar,
mi camino mostraba claramente
que mi fuerza y mi tiempo eran limitados,
arrastraba una pesada carga;
mientras aquel abrumador Prejuicio
se encontraba sentado en mitad de la carretera.

Así que me dirigí a él educadamente,
puesto que era enorme y altísimo,
y le supliqué que se apartara un poco
y me dejara seguir mi camino.
Lejos de moverse, ¡él se sonrió! 
Ni siquiera lo intentó.

Y luego intenté razonar pausadamente
con aquella mula colosal:
Mi tiempo era escaso -no había otro camino-
Los vientos de las alturas eran fríos.
Defendí mi caso como Salomón,
pero se quedó sentado como un tonto.

Luego monté en cólera,
y bailé y aullé y perjuré.
Hice aspavientos y lo aleccioné
hasta quedar agotada y agarrotada;
él se encolerizó tanto como yo,
pero se quedó sentado como antes.

Y luego le supliqué sobre mis rodillas,
puede que todavía esté arrodillada:
¡Si solo pudiera mover aquella masa
de voluntad obstinada
e invitar a aquel monumento
a evacuar Bunker Hill! 

Así que me senté delante de él indefensa,
en el éxtasis de la desgracia.
Las nieblas de la montaña se levantaban apresuradamente
mientras el sol se hundía despacio
cuando la inspiración me visitó inusitadamente,
cual soplan los vientos inesperados.

Cogí mi sombrero y mi bastón,
mi carga y acordé lo justo:
me aproximé a aquel horroroso íncubo
con un aire de indiferencia
y lo atravesé caminando
¡como si no existiera!


An Obstacle

I was climbing up a mountain-path
With many things to do,
Important business of my own,
And other people’s too,
When I ran against a Prejudice
That quite cut off the view.

My work was such as could not wait,
My path quite clearly showed,
My strength and time were limited,
I carried quite a load;
And there that hulking Prejudice
Sat all across the road.

So I spoke to him politely,
For he was huge and high,
And begged that he would move a bit
And let me travel by.
He smiled, but as for moving! —
He didn’t even try.

And then I reasoned quietly
With that colossal mule:
My time was short — no other path —
The mountain winds were cool.
I argued like a Solomon;
He sat there like a fool.

Then I flew into a passion,
and I danced and howled and swore.
I pelted and belabored him
Till I was stiff and sore;
He got as mad as I did —
But he sat there as before.

And then I begged him on my knees;
I might be kneeling still
If so I hoped to move that mass
Of obdurate ill-will —
As well invite the monument
To vacate Bunker Hill!

So I sat before him helpess,
In an ecstasy of woe —
The mountain mists were rising fast,
The sun was sinking slow —
When a sudden inspiration came,
As sudden winds do blow.

I took my hat, I took my stick,
My load I settled fair,
I approached that awful incubus
With an absent-minded air —
And I walked directly through him,
As if he wasn’t there!

Para saber más sobre la autora puedes visitar esta página:

https://www.radcliffe.harvard.edu/schlesinger-library/collection/charlotte-perkins-gilman

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